Hugo Piciana (coordinador) |
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146 páginas ISBN 978-987-1982-93-6
Contratapa
El psicoanálisis es una praxis y se lo trasmite...La espera acompaña al sujeto analizante y al sujeto que está en formación como analista. Mientras atraviesa su propio análisis el sujeto no sabe qué espera y qué le espera. El analista no tiene ninguna respuesta que dar. Para que se produzcan los cortes conclusivos de la espera, es necesario que el analizante, desde una ética, esté dispuesto a la renuncia. Acto que es sujeto por sujeto y no todos están dispuestos a hacerlo, más bien están los que sostienen el no del acto. A diferencia de los que renuncian, aprés-coup marca y dice de cada sujeto lo que ya no es. Trabajamos "Del Uno al no-todo", y una primer versión del Uno es el S1, en este caso del Otro. Interminable espera de que el Otro le aporte al sujeto lo que le falta, velo de sus propias fallas, que deja entrever el agujero que inscribe lo imposible de escribir. La espera activa lleva al sujeto a confrontarse con lo imposible de escribir, y a partir de ahí dar cuenta de su propia singularidad e inventar un nuevo S1, por fuera del Otro. Cada sujeto se reorienta, vía la renuncia, desde el punto ficcional del goce autista a la contingencia del encuentro posible con el otro cuerpo. El otro Uno que toma prevalencia es el Uno solo, el S1 en el estatuto de letra, en el pasaje de lo simbólico a lo real, momento lógico en que con la intervención de corte que produce como acto el analista, rompe la articulación S1-S2. Es ir desde la captura del inconsciente dinámico al inconsciente real, donde el S1 aislado y ya no encadenado, toma el sesgo de pura letra. Letra escrita en el cuerpo, en su repetición gozosa, fuera de sentido. Es lo que viabiliza pensar la posibilidad para el sujeto de la invención. Es a partir del Otro atravesado por la división, la inconsistencia y la incompletud, que el S1 aislado como letra pone en jaque y devela que es el Otro el que inaugura el no-todo. El no-todo es el pasaje de la comedia sexual a la no relación sexual. Es donde la triquiñuela amasada en el sentido fálico no tiene lugar y lo que no hay marca el imposible para el sujeto. Encontrarse con la barradura que soporta el Otro, o sea, encontrarse con su inexistencia –que condensa su incompletud y su inconsistencia–, para, a partir de este lugar atravesado por cada sujeto, situar una rectificación. Texto extraído de la conferencia de Hugo Piciana: "Un intento de transmisión".
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