Nathalie Jaudel
"No soy yo quien vencerá, sino el discurso al cual sirvo".
Jacques Lacan
He aquí un libro polémico, una operación puntos sobre las íes. Más de treinta años después de la muerte de Jacques Lacan, la "leyenda negra" sigue circulando en la opinión común: Lacan-tirano, Lacan-inescrupuloso, Lacan-ávido, Lacan-chiflado.
Ahora bien, la única biografía hasta ahora publicada de quien fuera el más grande psicoanalista francés se hace eco de esa leyenda, bajo un manto de objetividad. Desconociendo el hecho de que no es posible volverse historiador de su propia historia, dejándose desbordar por su transferencia negativa, desatendiendo lo que Lacan decía de sí mismo y de la práctica a la cual él se consagró, Élisabeth Roudinesco pasa por alto al hombre y su enseñanza, no sin infringir las reglas del método histórico que ella invoca.
Nathalie Jaudel le responde, y bosqueja aquí un retrato de Lacan empleando como brújula una observación de Roland Barthes, quien ansiaba un biógrafo que a la vez fuera "cordial y desenfadado".
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