Silvia Bonzini |
150 páginas Leer es una aventura a la intemperie. El texto es un interrogante aún. Y el escritor, un supuesto. Tal vez para atemperar tal desamparo solemos acercamos a un libro con una premisa que nos habilite a depositar lo nuevo en el cementerio de nuestra cultura: "es un libro de psicoanálisis", por ejemplo, o "es poesía". "Este título… ¿no garantiza, acaso, una novela?". En todos los casos la desilusión será inevitable. Este libro no es para psicoanalistas, ni lectores de poesía o novela. Es para incautos —por lo menos esa es la palabra que usó la máquina cuando introduje en ella "ingenuo", "cándido", "chorlito", "desprevenido", "con disponibilidad para dejarse sorprender"—. Lacan la incluyó en el título de su seminario Les Non dupes errant, homófono de Les noms du Pere (Los no incautos yerran / Los nombres del padre), poniendo el énfasis en que hay que ser incauto. Porque si uno se deja engañar, dice, los resultados terminarán siendo reales. Incauto es —entonces— una posición. |
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